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Tomado del Listin Diario
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“La pobreza del dinero”

“El que ama el dinero, no se saciara de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacara fruto. También eso es vanidad”.
Eclesiastés 5: 10

Opinión.-La sociedad actual ha perdido completamente el rumbo.

Hemos permitido que los bienes materiales se conviertan en el norte de nuestras vidas, rendimos culto al dinero sin detenernos a ver que esta carrera alocada por tener y tener nos esta llevando irremisiblemente a la desintegración total.

El dinero como tal, no es más que un medio de intercambio al que se le atribuye un valor relativo, determinado únicamente por apreciaciones subjetivas. Relativo porque como recurso de intercambio solo sustituye el sistema de comercio de los precursores de la humanidad, quienes ante la carencia del dinero como tal, utilizaban el trueque como medio para adquirir los bienes que necesitaban. Su valor es relativo porque el valor real o absoluto que puede tener un articulo determinado para cada individuo es muy subjetivo y corresponde a la percepción de lo que son sus necesidades.

Nos han vendido la idea de que el dinero es el centro del mundo y que de el depende nuestra felicidad y bienestar. Si asumimos esta premisa como una realidad, caemos entonces irremediablemente en un círculo vicioso que termina convirtiéndonos en personas vacías e insatisfechas.

Somos bombardeados incesantemente por una publicidad que nos lleva al convencimiento de que debemos hacer lo que sea para poder ser “alguien” a través de la obtención de dinero y bienes materiales. Nos llevan a una convicciòn de que somos cuanto tenemos, nos empujan hacia la obtención de bienes que en su mayoría no necesitamos.

Nos hacen esclavos del consumismo, puesto que este es el alma del capitalismo rampante que nos agobia hoy; un capitalismo que lo único que ha hecho es acentuar la brecha existente entre los miembros de la sociedad. Ese capitalismo que se lucra de la ignorancia, y que promueve la explotación del hombre por el hombre.

Ese capitalismo inhumano que convierte las sociedades en campos de batalla, donde el enemigo es tu vecino, tu hermano, o en el peor de los casos un amigo; ese capitalismo que no tiene otro rostro que no sea la deshumanización de las personas.

En la medida en que nos envolvemos en este sistema que solo beneficia a los que tienen mas, nos estamos convirtiendo en títeres, no en seres especiales como pretenden hacernos creer.

*Ese capitalismo que nos envuelve nos esta llevando en un tren descarrilado hacia la desintegración familiar, y esto es precisamente lo que nos esta destruyendo. La familia fue concebida por Dios para garantizar una descendencia piadosa tal como lo expresa Malaquías 2:13-16; y si de algo carece nuestro sistema de vida actual es de piedad y consagración a Dios.

Nosotros como sociedad hemos descuidado la atención de nuestras familias. Hemos puesto todo nuestro empeño en la carrera alocada del “Tener mas”, hemos descuidado la relación con nuestros hijos, intentando sustituir nuestra presencia con bienes materiales, perdiendo de vista que lo único que logramos con esto es crear un vacío en sus vidas que ningún articulo puede llenar. Y esto trae como resultado que nuestros hijos busquen en la calle la atención que nosotros no le brindamos, refugiándose en la mayoría de los casos en amistades que terminan siendo el primer eslabón de una gran serie de problemas.

Estamos compelidos a realizar grandes cambios en nuestras vidas, desde el modelo capitalista en que estamos envueltos, hasta la interrelación familiar. Pero todo esto debe comenzar por nosotros mismos, es urgente y mas que necesario el cambio que debemos realizar en nuestro interior.

El hombre de hoy debe encontrarse con su reador, debemos buscar esa fuente real de satisfacción personal, esa fuente de felicidad y esperanza, esa fuente de amor y misericordia de la que nos hemos alejado paulatinamente.

Si nos detenemos a observarnos, nos daremos cuenta del gran vacio existencial que tenemos. Nos pasamos gran cantidad de tiempo tratando de conseguir algún bien material, pero al conseguirlo nos topamos de frente con la realidad de que la obtención de aquel bien que tanto anhelamos no fue capaz de satisfacernos y emprendemos entonces una lucha por la obtención de otro bien, y así seguimos toda la vida.

Hasta que no entendamos que la satisfacción plena del hombre proviene únicamente de Dios estaremos dando pasos a ciegas. Estamos demasiado ocupados viendo el rostro del hombre externo, sin entender que este es el rostro de nuestra propia vanidad. No intentamos seriamente ver el rostro del hombre interior porque nos asusta, sentimos miedo de aceptar lo mal que nos sentimos en realidad, nos aterra aquel vacío que sentimos. Vivimos presos de nosotros mismos.

La libertad que necesitamos no proviene del dinero ni de los bienes materiales, la libertad que necesitamos es la del alma. Debemos dejar de ser esclavos de la ambición desmedida, del odio, de la traición, de la vanidad y del reflejo del hombre externo. Necesitamos ser verdaderamente libres, tal como Dios quiere que seamos, pero para esto debemos abrirnos sinceramente a El, debemos dejar que el llene nuestro vacío interno, dejar que el lleve su luz a ese rincón oculto que solo El y tu saben donde esta, dejar que El sane esas heridas que aun no cicatrizan, permitirle que El te libere de la esclavitud en la que vives.

Ser libre no es hacer lo que nos plazca sin tomar en cuenta a los demás; ser libre es saber amar a los demás.

La felicidad que tanto anhelamos no proviene de lo material, puesto que la felicidad que proviene de lo material es un sentimiento cuya principal característica es lo efímero que resulta su existencia.

Es necesario que entendamos que la mayor riqueza del dinero es precisamente la pobreza que encierra su bienestar.

Si queremos ser libres, felices, tener familias funcionales y por ende sociedades diferentes a las actuales, tenemos entonces que empezar a fomentar una verdadera relación con Dios.

La solución no es el capitalismo, la solución no es el socialismo, ni mucho menos un hibrido, pues los híbridos nunca han dado solución a nada. Nuestra solución esta en Dios, acerquémonos a El.

En la medida en que nos acerquemos verdaderamente a El, entenderemos que fuimos creados para ser libres y felices, y que nuestras ambiciones y egos personales no han hecho otra cosa que convertirnos en seres infelices esclavos de nuestras vanidades y miedos.

Cristo vivió entre nosotros sin opulencia alguna, siendo rey vivió como siervo, siendo Dios vivió como simple mortal. Ese debe ser nuestro ejemplo. Salgamos de la trampa, valoremos nuestras vidas tal como El quiere, viviendo en libertad, sin ataduras al dinero.

Autor: Billy Nova
Miembro de la Iglesia Bautista El Redil

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