DISTRIBUIDORA DEL SUR

Donde los ricos se pierden una de las emociones más grande de la vida, pagar el último pagaré. Calle Florencio Araujo Esquina Sánchez Tel.809-528-2450
DON CHICHI LO VENDE TODO

Tomado del Listin Diario
Recuerdos de Temístocles Metz
Publicado por Oscar Gómez
Publicado el lunes, 25 de octubre de 2010

SAN CRISTOBAL.-El remozamiento del estadio de béisbol de San Cristóbal y el inicio de las actividades en él, ha provocado que mucha gente joven pregunte quién fue Temístocles Metz, nombre que tiene asignado el parque desde principios de la década del noventa.
Nacido en 1945 en Escalante, un paraje de Castañuelas, provincia de Montecristi, Temo debió llamarse Temístocles Estévez Metz. Su padre fue Manuel de Jesús Estévez y su madre María Dolores Metz Sánchez. Ellos eran casados y por tanto a Temo le correspondía como primer apellido, el de su padre.
La muerte a principio de la década del 50 del papá obligó a la mamá a buscar nuevos rumbos, dado que tenía otros tres hijos que mantener. Fue así como en 1952 la viuda se trasladó a San Cristóbal a donde su tía Ursula Sánchez, quien vivía en la calle General Leger, a corta distancia del antiguo mercado público de San Cristóbal, con frente a la calle Padre Ayala. El primero de los hijos que vino con ella, muy pequeñito, fue Temo. La tía lo llevó a sacarle acta de nacimiento y lo declaró, por error, como Temístocles Metz en vez de Temístocles Estévez.
Al poco tiempo de estar en San Cristóbal, la señora Metz fue ayudada por doña Cristiana Zayas –quien era secretaria en la oficina de la Secretaría de Educación- a conseguir un puesto de conserje en la misma. Con ese trabajo y lo que conseguía lavando a los guardias de la armería, pronto instaló casa propia en el mismo sector y trajo a sus otros hijos: Sócrates, Yolanda y Pipe.
El apodo original de la madre, que está viva, es Loló. Así se le recuerda todavía en el pueblo arriba de San Cristóbal. Pero para ella ha prevalecido otro apodo: La viuda
TRABAJO DESDE PEQUEÑO
En su niñez –y para ayudar a su madre en esa etapa de pobreza- Temo vendió maní, arepa y billetes y fue limpiabotas, al tiempo que cursaba estudios primarios en la escuela pública de San Cristóbal. Su primer empleo formal –ya muchachón- fue el de maestro en una escuela primaria en el paraje Los Hoyos, de Niza. Pero poco tiempo después consiguió, gracias al doctor Sócrates Barinas Coiscou, un puesto de mensajero en el Palacio de Justicia. Ahí hizo carrera hasta convertirse en secretario, primero de la fiscalía y luego del juzgado de primera instancia.
Quien escribe lo conoció a principio de la década del 60 en el viejo estadio municipal como jugador de beisbol de pequeñas ligas y juvenil. En ese parque de nuestros recuerdos, Temo era una de las figuras pintorescas en toda la década del 70, ya que siempre estaba en el terreno discutiendo, comentando y moviéndose.
Donde lo traté de cerca fue en el Palacio de Justicia cuando era secretario del fiscal y yo iba a buscar noticias como un novel corresponsal de El Caribe después de la revolución de 1965 y hasta 1968. Cuando en 1969 me llamaron a trabajar en la redacción de El Caribe en Santo Domingo, él me pidió que lo recomendara para ser corresponsal en San Cristóbal, cosa que hice muy gustoso. Se inició así su carrera periodística.
Temo tenía voz ronca y fuerte, que se oía de lejos. Iba a todos los viajes de los equipos de béisbol de San Cristóbal, aún fuese en camiones de volteo, y asistía a todos los juegos. Sabía los nombres de los mejores peloteros amateur de todo el país. En una ocasión fue manager del equipo superior de béisbol amateur de San Cristóbal, pero nunca fue un jugador destacado.
Conocía a todos los abogados de San Cristóbal y de Santo Domingo. Manejaba una cartera pesada, llena de billetes de todos los calibres. Le gustaban muchísimo las mujeres y era conquistador discreto. Escribía a maquinilla con dos dedos, pero rapidísimo. Poseía una de las mentes más despiertas que he conocido. Estaba al tanto de todo lo que ocurría en el país en todos los órdenes. Gustaba de comer bien y en una época era aficionado al “filete picao” del restaurant de Estrella, frente al parque.
Siempre estaba pendiente en materia económica de su madre y su familia. Era un hombre de derecha en materia política y eso le hizo simpatizar con Balaguer. A mediados de la década del 70 comenzó a ser redactor deportivo en Ultima Hora y pronto se convirtió en uno de los cronistas más conocidos e inició una trayectoria en la que fue subsecretario y Secretario Deportes. Ocupando este cargo le sorprendió la muerte en Miami en 1992.
*El autor es periodista
pimentelmunoz_jose@hotmail.com
0 comentarios
Comentarios